EL PLACER DE LA CULTURA

jueves, 19 de mayo de 2011

Tabernas históricas de Chueca y Malasaña

La ubicación actual de las calles Sagasta y Carranza nos recuerda el límite norte de la ciudad histórica de Madrid que se hallaba cerrada por la cerca de Felipe IV. Desde aquí arrancaban los caminos a los pueblos de Fuencarral y Hortaleza, y será aquí donde posteriormente se irán formando los primeros arrabales.

Para dar atención a las clases populares que se emplazaron en esta zona límite de Madrid se fundaron a lo largo de finales del siglo XIX y principios del XX una serie de tabernas, algunas de las cuales perduran hasta hoy.

La fisonomía de este tipo de establecimientos era claramente identificable gracias al color rojo de su fachada y al estilo arquitectónico en que se labraba la madera. El origen de estos establecimientos hay que buscarlos en las tiendas de ultramarinos donde se vendía de todo, incluido el vino y de ahí surgió poco a poco la costumbre de acompañar las compras con un vasito de tan popular bebida. De esta época conservan el mostrador convertido ahora en una barra larga y cerrada y la ausencia de taburetes con el fin de que la consumición fuera rápida dando así paso al siguiente cliente. Al poco tiempo se pusieron pequeñas mesas de madera y bancos sin respaldo donde se podían degustar algunos de los productos que allí se vendían.

Una de las tabernas más antiguas nos la encontramos justo en el límite señalado, la de Sagasta, 2 que conserva las características arriba citadas: mostrador sin taburetes y pequeño salón con mesas, además su fachada en color rojo, sin nombre y con el número de la calle, es muy representativa. Al principio las tabernas tuvieron el mostrador de mármol, pero éstos fueron poco a poco sustituyéndose por otros de cinc, traídos de Francia y que son los que se conservan hasta hoy en la inmensa mayoría de las tabernas madrileñas. Muy característico es también el zócalo de cerámica que se sitúa en el interior del local, en muchos casos de estilo andaluz, cuyo fin es la protección de las paredes de posibles roces y desperfectos.

También en la zona de Bilbao-Tribunal se encontraba la fábrica de hielo tan necesaria para la conservación de los productos traídos desde los distintos puntos de la península, la clásica fábrica, de sótanos sin ventanas fue sustituida en 1928 por otra más moderna con electricidad situada en la calle de la Palma.


Fachada lateral de la fábrica de hielo que conserva la arquitectura típica industrial en ladrillo de principios de siglo.



Fachada principal de la fábrica de hielo donde se encontraban ubicadas las oficinas. Su construcción es de 1928. Actualmente hay un edificio de viviendas en el interior.
En estas tabernas populares era costumbre tomar vermouth, vino aromatizado con hierbas procedente de la zona de los Alpes pero muy popular en España y Francia que se servía directamente desde unos barriles que situados a más altura que el grifo cogían la presión suficiente. Como bien es sabido se le podía añadir un golpe de sifón de agua carbonatada y ligeramente aromatizada (seltz).

A continuación ponemos unas cuantas fotos ilustrativas sobre este tipo de establecimientos tradicionales, cuya visita es casi obligatoria.



Taberna situada en la c/ San Vicente.  Los azulejos son un buen reflejo de cómo se conseguía el vino. Normalmente el tabernero era a su vez el propietario de las viñas y el exportador del producto a la ciudad. Era corriente tener en la estación de Peñuelas un vagón de tren propio y un sitio reservado para almacenar el vino y de aquí trasladarlo al establecimiento donde se vendía al público, cerrando así el ciclo comercial.


Bodegas Camacho, C/ San Andrés. Fachada de los años 20 en la que se aprecian variaciones con respecto al modelo tradicional otorgándole un aspecto más moderno. La parte inferior de la fachada es de piedra. Actualmente regenta el local la 3ª generación de "Camachos"


Farmacia de la C/ San Andrés. Los azulejos están realizados por dos sevillanos, E. Guijo y A. Romero, autores también de los azulejos de la Pl. de toros de Las Ventas, los Gabrieles, Villa Rosa...


Bodegas La Ardosa. C/ Colón. En los cristales del establecimiento se puede ver un dibujo de las viñas. El local fue comprado en los años 80 por Gregorio Monje tras ser indemnizado al desaparecer el mercado de San Idelfonso. fue el primer bar en Madrid en servir cerveza negra Guinnes.  


Bodega de Ángel Sierra, Pl. de Chueca. Es uno de los locales más tradicionales y posee un vermouth de grifo extraordinario. Se disputa junto con la taberna "Casa Alberto" de la calle Huertas el honor de ser la más antigua de Madrid. 


lunes, 16 de mayo de 2011

El renovado Museo Arqueológico Nacional

El Museo Arqueológico Nacional se encuentra en la segunda y definitiva fase de unas obras de reforma integral que comenzaron a principios de 2008 y que concluirán a finales de 2012, aunque está prevista una inauguración parcial en noviembre de 2011. Se trata de la principal transformación arquitectónica acometida por el Museo desde que se instaló en el tercio occidental del Palacio de Biblioteca y Museos Nacionales en 1895. Está dirigida por Juan Pablo Rodríguez Frade, arquitecto especializado en museos y, más concretamente, en museos instalados en edificios históricos; en 1995 obtuvo el Premio Nacional de Restauración por su trabajo en el Palacio de Carlos V de la Alhambra.

Patio sur. Foto: Ministerio de Cultura

El proyecto ha respetado el aspecto exterior del edificio, el jardín histórico y el área central, es decir el vestíbulo, la escalera imperial y las salas nobles del primer piso. Pero el resto del Museo, que se organiza en torno a dos patios, situados al sur y al norte del área central respectivamente, ha sido remodelado de manera integral. El objetivo de esta profunda intervención es modernizar el museo y solucionar algunas deficiencias y problemas, propios de un edificio del siglo XIX. De este modo, se ha resuelto la accesibilidad del edificio y se han mejorado lo sistemas de seguridad. Asimismo se han separado nítidamente los espacios de visitas de los de trabajo y se han mejorado todas las comunicaciones internas. Todos los usos se han racionalizado y se ha conseguido un circuito continuo para el visitante. Además, dentro de las limitaciones que impone el mantenimiento de la fisonomía del emblemático edificio, se ha aumentado la superficie útil del mismo.

Nueva entrada al Museo. Foto: Ministerio de Cultura

Una de las novedades más llamativas es la marginación de la escalinata y puerta centrales, que quedarán para el personal del museo y las recepciones oficiales, y su sustitución por una nueva entrada a la izquierda de la antigua, accesible mediante rampa y situada en la anterior planta -1, actual baja. Las características del terreno y la situación del jardín permiten la iluminación de la nueva zona de acogida, que sustituye al bello y reducido vestíbulo central, y que destaca por su amplitud, accesibilidad y funcionalidad. En el nuevo sótano se han construido una nueva sala de exposiciones, sensiblemente mayor que la antigua, y dos magníficos auditorios, uno con capacidad para 70 personas y otro para más de 200.

Los patios se han acristalado y se han habilitado como zona de exposición permanente, que discurre de manera lineal en torno a ellos por las plantas baja, primera y segunda. Sendas áreas de comunicación vertical, una en cada patio, con escaleras y ascensores permiten una comunicación fluida y racional al visitante. La planta tercera es área de trabajo, dedicada a almacenes y despachos. La planta cuarta es nueva y ha permitido ganar superficie útil al edificio; en la zona central se ha construido una nueva estructura, no visible desde el exterior, que acoge el área de dirección y otras funciones internas, mientras que las crujías perimetrales se han habilitado como un nuevo espacio bajo cubierta destinado a archivo, biblioteca, documentación, difusión y restauración.